miércoles, 13 de febrero de 2008

Temo por mi vida, pero el dibujo ya es parte de mí

Kurt Westergaard formaba parte de la docena de dibujantes que estamparon aquellas caricaturas para el periódico. Sin embargo, la suya, la que mostraba al profeta Mahoma con su cabeza en forma de bomba, desató la polémica. Westergaard y su esposa Gitte sabían que sus pasos eran seguidos por algunos movimientos radicales, por lo que en los últimos meses han cambiado varias veces de domicilio, en continua vigilancia. La operación que frustró el atentado contra el dibujante no deja de ser la confirmación de la sospecha, pero ahora algo ha cambiado.
«Claro que temo por mi vida después de que la seguridad danesa y el servicio de inteligencia me informaron de los proyectos concretos de ciertas personas para matarme. Sin embargo, el miedo se ha convertido en ira e indignación», reconoció Westergaard al diario en el que trabaja. «Es posible que no se sepa cuánto tiempo deberé vivir con protección policial, pero creo que el impacto que en mí ha tenido la sorprendente respuesta a mi caricatura durará el resto de mi vida. Es triste decirlo, pero esta caricatura ya es parte de mí», dijo.
Carsten Juste, el redactor jefe del Jyllands-Posten , admite que está «profundamente preocupado» por la seguridad de su dibujante y reconoce que durante los últimos meses tenía constancia de los «discretos esfuerzos» de la policía danesa para atajar algunas amenazas de asesinato concretas. Juste se felicita por las detenciones, pero advierte de que la situación no ha llegado a su final: «Nos compadecemos de Westergaard y su familia, que viven bajo una presión irracional. Es espantoso que un hombre cuyo trabajo está regido por las leyes y el código ético del país ha sido demonizado y tenga su vida amenazada».
Hace dos años, embajadas danesas de medio mundo fueron asaltadas en protesta por la publicación de las caricaturas. El primer ministro tuvo que solicitar a sus compatriotas que abandonasen algunos países, como Siria. En ese momento se celebraron reuniones con los embajadores de los países árabes en Copenhague, pero el Gobierno danés no solicitó disculpas por el trabajo de un medio «libre e independiente».

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